terça-feira, 17 de março de 2015








La libélula vaga de una vaga iión
Sin leña que arda, el fuego se detiene,
la esperanza regresa a la ceniza
y al aire que la mece y que la cuida,
sin esperas, sin dolor, sin vaivenes.
Resurgiré de mi misma... Y así siempre,
libre ya de sentirme advenediza,
libélula alada, resbaladiza,
para que el vuelo, de veras, me sosiege.
Voy más allá de estas cuatro paredes,
aleteo allí donde nada me duele,
fuera de mi misma, lejos de mí.
Allí, donde tampoco estás tú, allí.
Tú, Pegaso; yo, Ave Fénix que vuelve
a su mundo sacro, lejos de ti.

Rubén Dario

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